Esa sensación de que todo lo que tenías bajo control en tu vida, de buenas a primeras, se va descontrolando poco a poco y se acaba derrumbando.
Primero empieza una cosa y el resto van cayendo como piezas de dominó, una detrás de otra…
Piensas que en algún momento todo volverá a la situación inicial, a ese equilibrio que tanto te había costado alcanzar y que tan rápido se ha roto. Pero es verdad es como intentar tapar una fuga de agua con las manos y de repente aparecen tres fugas más, y otras tres, y vas viendo cómo el barco se va llenando de agua sin piedad.
Y entonces llega el colapso. Sientes que nada de lo que hagas va a arreglarlo. Que cualquier intento de impedir que todo se caiga es inútil.
Y entonces solo te queda una opción: echarte a un lado y dejar que la catástrofe siga su curso.
O quizás tienes otra opción.
En vez de eso, puedes tomar unos segundos y pararte a pensar cómo has llegado hasta ahí y qué está todavía en tu mano cambiar para revertir la situación.
Quizás no estabas afrontando el problema desde el sitio adecuado.
Quizás no tenías que tapar las fugas sino llevarte el barco a tierra y alejarlo del peligro.
Quizás el peligro y la causante de todo eras tú…
Guau, eso no te lo esperabas, ¿verdad?
Pues siento decirte que la mayoría de las veces, es así.
Solemos ser los responsables de que nuestro equilibrio se rompa y solo tomando perspectiva del problema, teniendo una visión humilde y voluntad de aprender de los errores, es como de verdad se afrontan y se solucionan los problemas.
Esa voz que le has pegado a tu hijo, esa contestación mal dada a tu pareja o ese comportamiento pasivo agresivo que has tenido con tu familia, única y exclusivamente dependen de ti. Todo lo que hagan los demás no importa si tú decides que no te va a afectar. Nadie se merece que les castigues con el látigo de tu indiferencia o el filo de tus palabras, y mucho menos con un toque físico. Nadie tiene la culpa de tu mal día, por mucho empeño que tengan en ponértelo complicado. Tú y solo tú tienes el poder de controlarte. Y todo lo que dependa de ti, caerá en cascada si tú fallas.
Así que antes de buscar culpables, mira dentro de ti y sé crítico contigo mismo, luego, trabaja en cambiarlo y obtendrás resultados. Y si no te gustan, vuelve a cambiar, pero recuerda que está en tu mano llegar al resultado adecuado.
De esto va madurar.
De responsabilizarse y no victimizarse.
De ser dueño de tus actos y no dejarte llevar por las emociones.
De no ser mas inmaduro que un niño de tres años o más cabezón que un anciano de ochenta.
Para eso tienes la edad que tienes y puedes controlar(te). Para eso has madurado. Y si hoy fallas, mañana el universo te brindará otra oportunidad de poder hacerlo bien (o quizás no) pero pase lo que pase…
No la desaproveches.
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