No quiero tener una visión inmadura de lo que significa envejecer. Sé que la verdadera esencia de la vida es llenarse de arrugas que avalen las experiencias que vamos teniendo e ir cumpliendo años, símbolo de que seguimos avanzando en el camino.
Pero es inevitable, llegados a este punto, hacer un control de daños.
Es hora de echar la vista atrás y ver en qué estado nos encontramos. Hay que calcular esa desviación típica que existe entre el punto de origen y el resultado final.
«¿Voy bien o me he desviado mucho?»
Esta pregunta solo la puede responder uno mismo.
Quizás a esta edad tenías pensado tener tu trabajo estable y una familia de al menos 4 miembros. ¡Puede que incluso un perro! Seguramente tenías en mente hasta haber conseguido la casa de tus sueños o estar muy cerca de ella.
A lo mejor no te lo habías planteado, pero seguro que la salud iba intrínseca en tu plan, aunque realmente no tuvieras un plan específico para trabajarla.
Y así con decenas de requisitos de una lista que configuras con apenas la mayoría de edad recién cumplida donde la imaginación y los sueños nublan la razón…Y está bien, es así como debe ser. Hemos de tener un motor que nos motive y nos aliente a poner rumbo hacia metas satisfactorias.
Pero ¿Hasta qué punto debemos dejar que la sociedad y nuestras creencias tomen el teclado de nuestra vida y escriban todo eso? ¿No deberíamos tener algún tipo de feedback de otras personas que ya hayan pasado por ahí para ver si lo que «deseamos» se puede conseguir?Claro está que los límites te los pones tú mismo, y que más vale apuntar alto y quedarse bajo que directamente apuntar bajo. Y jamás tu meta debería ser el promedio de tus expectativas.
Pero entonces, ¿por qué en la mayoría de los casos nos sentimos decepcionados? ¿Por qué solo un pequeño porcentaje de la sociedad consigue lo que anhela?
A lo mejor es que no todos deberíamos proyectar un futuro similar basados en todos los estándares que nos inculcan desde pequeños.
A lo mejor la vida se puede estructurar de otra forma.
A lo mejor la falta de confianza en uno mismo hace que te conformes con menos.
A lo mejor tus ambiciones no iban alineadas con tus valores y te acabas dedicando a algo que no te llena.
A lo mejor nunca has sabido cuál era tu verdadero propósito en la vida.
A lo mejor estamos llenos de creencias limitantes que nos paralizan.
Hay infinidad de premisas que podemos replantearnos y que nos harían pensar un poco más allá y no vivir en piloto automático. Y lo mejor de todo es que si no lo haces, la vida lo hará por ti. ¿Cómo? Con pequeños susurros, luego a voces y finalmente con crisis.
Pero solo, a lo mejor…
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